SOFÍA CALLA - III

Cuan triste y aburrida era esta vida para Sofia.
A veces se perdía en sus sueños, en los que se veía en otro lugar.
Una vida mas afín a lo que ella necesitaba para sentirse a gusto consigo misma, para sentirse valorada como persona, con alguien a su lado que la supiera dar cariño, era tanta la necesidad de afecto que se conformaba con que la escucharan, o se dirigieran a ella, como una persona, y no como tantas veces la trataban, que la hacían sentirse como escoria.
Pero despertaba y seguía allí, soportando esa losa que cada día pesaba mas sobre ella.

Su salud iba empeorando, la estaba inundando una gran depresión que cada vez la tenía mas sumida en la tristeza.
No podía hablar con nadie de como se sentía, pues siempre la verían como la que quería romper un matrimonio solamente por capricho, porque no soportaba a su familia.
Pero nadie sabía la tristeza que la estaba ahogando, tan solo veían a un hombre trabajador, y una esposa frívola e injusta por querer intentar ser un poquito feliz.
No sabían que cada día le costaba mas levantarse y enfrentarse a la vida. Su piel estaba pálida, necesitaba la luz del sol, pero ni siquiera salía.
Sofia no tenía derecho a quejarse, porque su esposo nunca la había puesto la mano encima, al menos eso es lo que tuvo que escuchar más de una vez de boca de sus padres.
Que ironía, y que machismo, pero si intentaba defenderse siempre terminaba entre lágrimas, porque sus propios padres la daban de lado, nunca tendría el apoyo de ellos, no para ser feliz, porque su felicidad según ellos, la tenía en su casa, con su esposo, sin darse cuenta de que su hija cada vez se iba apagando.
Pero ella decidió callar, y sufrirlo sola, sin que nadie la dijera qué debía hacer.
Estaba destinada a sufrir toda su vida, y sentirse culpable si decidia dejar de hacerlo.
Soñaba con ese amor, tal vez fuera una simple quimera, tal vez no existia esa persona que le proporcionara la estabilidad que necesitaba, tal vez...
Quien sabe.

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